Buscar este blog

jueves, 31 de diciembre de 2020

ADIOS 2020, ADIOS.

¡Ufff...! ¡Vaya año!

Interminable. Se nos está haciendo interminable. Parece que lo estiren como un chicle. ¡Qué poco imaginábamos hace un año a estas horas, cuando estábamos rozando su entrada, como iba a transcurrir este 2020. Y mira que parecía redondito y bonito Veinte veinte. Sin embargo...

Que levante la mano el que no haya sentido en algún momento ansiedad, miedo, angustia o un largo etcétera de calificativos que no cabían ni en nuestras pesadillas más delirantes.

Ahora que ya nos dicen los científicos que se ve una pequeña luz al final del túnel, vamos a permitirnos reflexionar y que tanto sufrimiento no sea baldío. Ahora que están llegando las vacunas. ¡Benditas vacunas! 

La ciencia, tan denostada en ocasiones, la que se deja en el último rincón, esa que hace que muchos españoles brillantes tengan que abandonar nuestras tierras e ir a dar los frutos de sus estudios y sacrificios a otros países que saben valorar más lo que significa una mente privilegiada y el rendimiento que ésta es capaz de ofrecer. Pues esa ciencia señores, es la que nos va a sacar las castañas del fuego. La que nos va a devolver la sonrisa de nuestros ancianos, la esperanza de nuestros jóvenes y la serenidad a todos los que la estábamos perdiendo. He llorado estos días emocionada viendo vacunar a nuestros viejitos en las residencias. Viendo su cara de felicidad, era difícil no sentir lo mismo que ellos. Solamente quieren poder ver a sus hijos. Abrazar a sus nietos. Tener esperanza en una primavera más. Creer en la vida nuevamente.

 






En unos tiempos  tan polarizados como los que estamos viviendo, no quiero entrar en temas que puedan ser políticos. No creo que la verdad absoluta esté en posesión de nadie. Sí, es cierto que hay quien todo lo politiza y utiliza para echar leña al fuego pero también, por supuesto, quien pone en primera línea las necesidades de los ciudadanos. La verdad es que creo que todos se están equivocando al no ponerse de acuerdo en los temas más sensibles y dolorosos. Así, que de momento, me abstengo de comentarios que puedan derivar en discusiones partidistas.  Algún día cuando las aguas vuelvan a su cauce hablaremos, como decían nuestros queridos Tip y Coll,  " del gobierno".

Ahora me gustaría hacer una reflexión, y como si de una hada madrina se tratara hacer algunos trucos mágicos e imaginar que nos vamos diez años atrás. ¡Ay! ¡Lo que haríamos con una información tan valiosa! Imaginaos que estamos en el 2010 y sabemos lo que nos va a pasar en 2020. Bueno, también puestos a imaginar y haciendo un esfuerzo de buena voluntad vamos a pensar que las personas a las que les decimos eso tan importante que sabemos, nos van a creer. Difícil ¿verdad?

Sí, muy difícil decirles que esta pesadilla la tenemos a la vuelta de la esquina. ¿Cómo lo plantearíamos?

Yo creo que les haría una lista con las prioridades a seguir. (Como pensamos que nos van a creer no hay problema).

Primero: por favor cuidemos el planeta. El medio ambiente es nuestra prioridad. Si nos dejamos llevar, la naturaleza, que siempre gana, tomará el camino más corto y no dudará en destruir lo que le moleste. No podemos extinguir a los animales como si nos perteneciesen. No podemos jugar con los mares y los ríos, no aguantan más nuestra porquería. ¡Basta de plásticos inútiles! ¡Basta de venenos! Vemos una y mil veces lo que estamos haciendo mal. Vemos como se derriten Los Polos. Cómo desaparecen especies. Pero nos da igual. Seguimos y seguimos.



Faltan diez años...teóricamente tenemos poco, pero algo de tiempo.


Segundo: defendamos lo público, lo de todos. La Sanidad es primordial. Nos hemos dado cuenta de lo importantes que son nuestros sanitarios; les aplaudimos, les llamamos héroes, pero a la vuelta de la esquina le damos la espalda y seguimos con nuestras malas costumbres. Debemos defender que el dinero de todos sea para todos, no para unos cuantos. ¡Basta de negociar y ganar millones con hospitales, con residencias de mayores o con cualquier cosa que tenga que ver con la salud!

Habíamos llegado a tener una Sanidad envidiada por muchos ¿ qué ha pasado? ¿ por qué poco a poco se ha desvalijado? ¡No podemos consentirlo! 

Por supuesto aquí entra también la ciencia, de la cual ya hemos hablado antes. Nuestros esfuerzos deben ir encaminados a reforzar la sanidad, la educación y por supuesto las ayudas a la ciencia y los científicos.

Tercero: apoyemos a los más débiles. Y aquí me detengo en   los desfavorecidos económicamente que tanto necesitan una mano amiga. Si hacemos caso de las estadísticas cada vez hay más ricos y más pobres y menos clase media. Eso es lo que les ocurre, y que tanto hemos criticado, a los países tercermundistas. ¿Queremos llegar a ser uno de ellos? ¿Queremos tener ricos que pisoteen a los pobres? ¿Queremos pobres que apenas sobrevivan? 

Cuando visitamos algún país de este tipo (no quiero nombrar a ninguno para no menospreciarles), les miramos por encima del hombro y pensamos, en España esto no ocurre, ¡pues ojo! ¡ojo! que cada vez estamos más cerca. Las colas del hambre cada vez son más largas al tiempo que hay quien se está enriqueciendo con la pandemia. Hay quien está haciendo negocio con todo lo que puede, véanse varios artículos farmacéuticos: mascarillas, geles etc. y distintos chanchullos de todo tipo. 


Y por último y muy importante, punto cuarto: los ancianos.

¿Hay algo más tierno y conmovedor que la sonrisa de un anciano? ¿Te has fijado en un abuelo dándole la mano a sus nietos?


 El anciano es alguien que ha vivido, salvo raras excepciones, tiempos muy duros. El anciano sabe agradecer y valorar. Los abuelos son un tesoro al que no se le da importancia, pero que ayuda siempre sin esperar nada a cambio.




Sin embargo, señores, en diez años les vamos a dar de lado como si de estorbos se tratasen. Vamos a negarles la entrada en una UCI porque su edad lo requiere. Vamos a dejarles morir, porque es más importante salvar a los más jóvenes. ¿ Que esto no puede ocurrir en nuestros país, que es algo muy nazi? ¡Ay, ay, ay! Sí puede ocurrir, y señores, si no lo remedian, va a ocurrir. La mayoría de gente seguro que no nos creerían, pero ya hemos dicho que vamos a fantasear con que sí lo harán. Así que por una noche...soñemos.

Soñemos que podemos arrancar nuestra máquina del tiempo y avisar de lo que viene. Soñemos que se van a poner los medios. Soñemos con que los humanos no nos vamos a autodestruir. Soñemos con una sociedad más justa en la que no prime el  dinero. Soñemos con el amor. Esta noche todo está permitido.

¡Soñemos! Y ¡Feliz 2021!








lunes, 22 de junio de 2020

OPTIMISSTICA: LOS QUE ESTÁN EN GUERRA CON LOS DEMÁS NO ESTÁN EN ...

OPTIMISSTICA: LOS QUE ESTÁN EN GUERRA CON LOS DEMÁS NO ESTÁN EN ...:  Que no lo estamos pasando bien nadie, no es ninguna noticia, es más bien una obviedad. Que debemos de levantar la cabeza y hacerle frente, ...

LOS QUE ESTÁN EN GUERRA CON LOS DEMÁS NO ESTÁN EN PAZ CONSIGO MISMOS.

 Que no lo estamos pasando bien nadie, no es ninguna noticia, es más bien una obviedad. Que debemos de levantar la cabeza y hacerle frente, también.


Pero nos cuesta. Parece que todo está en contra nuestra. hemos pasado un confinamiento que nadie imaginábamos que pudiera llegarnos. Pero vino, y lo cumplimos con valentía y a base de mucha fuerza de voluntad. Y ahora¿qué? Ahora estamos que ni confinados ni desconfinados. Que ni presos ni libres. Que ni contigo ni sin ti. Pero con miedo...con mucho miedo. Tenemos miedo, sí. Y a todo esto ¿quién nos consuela? ¿dónde encontrar un mínimo refugio?
Los políticos no paran de pelearse. Las redes sociales nos envenenan la sangre y lejos de ayudarnos nos aterran cada día más.
Estos días, no paro de recordar las cosas que nos contaban nuestros mayores cuando yo era pequeña. Nos hablaban de la guerra, de la división entre las dos Españas. que si uno decía negro el otro decía blanco. De la tristeza al ver pelear a hermanos, a vecinos, a amigos de toda la vida. Pues yo no quiero ser agorera, pero cada vez veo en redes algo que se parece mucho a eso. Un odio entre las dos mitades que asusta. Veo gente que no es feliz, que parece que vive asustada y con una rabia continua. Yo sé que unos tendrán sus razones en unas cosas y otros en otras. No creo que nadie tenga la razón absoluta. Por ser de un color político o de otro no se tiene la iluminación completa. Me gustaría oír a alguien hablar algo bien de un político que no fuese de sus colores, pero eso parece imposible. Nadie quiere dar nada. Se sienten como más dueños de la verdad si ofenden continuamente, y no se dan cuenta que están sembrando las semillas de un odio que se va enquistando en todos y cada uno de nosotros.



¡Ah! y hay otra cosa curiosa; al que no se atrinchera en uno de los dos lados radicalmente, se le llama equidistante con cierto menosprecio. Es decir que, o estás conmigo o contra mí. ¿Habría que recordar que no estamos en ninguna guerra? ¿Que somos un país pacífico, alegre, vital y que necesita de todas las fuerzas disponibles para salir de algo tan terrible como es esta maldita pandemia que nos ha caído encima?

Me encantaría que cada uno diera su opinión sin que se le echaran todos encima poniéndole verde. Pero eso sí, las opiniones con respeto, no con menosprecio u ofensas hirientes. Por supuesto que no se puede estar de acuerdo con ciertos políticos que nos quieren hacer retroceder a la época de la Inquisición. Pero no hace falta ser más maleducados que ellos para decirles que por ahí no vamos a pasar. 

En fin, es solamente mi opinión. Son pensamientos de una mujer que está un poco harta de los malos modos. De la pandemia. De estar separada de la mayoría de sus seres queridos. Que tiene miedo por las personas de riesgo que la rodean. Que no le gustan ni el odio ni los abusones. Que espera más nivel de su Parlamento. Y que pide a todas las fuerzas del Universo que nuestros científicos encuentres medicinas y vacuna para que esta maldita enfermedad no se lleve a más seres inocentes. ¡Ah! y un poquito de amor en las redes sociales. Un poquito de amor para que algo dulce llegue a los demás.






martes, 16 de junio de 2020

Saludos después de la tormenta.





Después de mucho tiempo me atrevo nuevamente a asomar por aquí.

Han pasado tantas cosas. Hemos vivido circunstancias tan extrañas, que la verdad no hace falta que lo comentemos más. Quizás ya ha llegado la hora de la recuperación, de levantar la cabeza y seguir luchando. De decirnos ya :"que sea lo que Dios quiera" Esa frase tan socorrida que le oíamos a nuestra madre  cuando no encontraba la forma de dar una explicación lógica a lo que esperaba del destino.

Son muchas las personas, somos muchas, las que arrastramos innumerables noches de insomnio, quebraderos de cabezas y ansiedades a las que tenemos que empezar a decir adiós.

Está claro que no podemos controlar al destino. Pero si podemos controlar la forma en la que nos enfrentamos a él.

Lo primero que quiero dejar patente es mi solidaridad y cariño con todos los que han sufrido de cerca la crueldad de los hechos ocurridos en los últimos meses. 
Vaya desde aquí un abrazo de esos que no hemos podido darnos. Un abrazo intenso, cariñoso, lleno de buenos deseos. De esos que llegan al alma. No hay mejor bálsamo que el cariño. No encontraremos mejor consuelo que una sonrisa. 

Nos hemos echado tanto de menos. Nos hemos añorado tanto, que no sé si seremos capaces de recuperar el cariño perdido.

Bueno, y ahora, arranquemos de una vez. Levantemos la mirada y valoremos lo que de verdad tiene valor: la familia, los amigos, los compañeros. La sonrisa de un niño. La charla con la amiga de siempre, la que te entiende, la que sabe como eres, esa que nunca te falla. Pero eso sí, con extremo cuidado. No pongamos en riesgo la vida o la salud de nadie. Seamos prudentes.
Esta lección que nos ha dado la vida ha venido a demostrarnos lo destructores que somos con la naturaleza. Ha sido como una última oportunidad. Un aviso. Nos ha venido a decir: ojo, esto es lo que hay, este es el único planeta que tenéis y como lo destruyáis al ritmo que lo estáis haciendo, pues os ahogaréis en vuestra propia basura.
Todos hemos podido ver lo que sucede cuando paramos. Todo brilla. La naturaleza respira. Los animales disfrutan de su espacio. Las aguas se vuelven transparentes. El aire permanece limpio.

Parémonos un poco. Meditemos. Somos parte de esa naturaleza que destruimos. No nos suicidemos. 

Vamos adelante con la lección aprendida. Seamos capaces de darle la vuelta a lo que hemos venido haciendo mal. Somos más los que nos implicamos que los que no lo hacen. Vayamos poco a poco y con conciencia.

Un abrazo desde optimisstica.