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jueves, 18 de marzo de 2021

ENVEJECER CINCO AÑOS EN UNO

Puede ser lo menos optimista que haya planteado nunca en este blog. Pero con vuestra venia me voy a permitir decir lo que pienso y lo que siento.

Es cierto, siento que el no salir, el no ver a mi familia, el no tener mis encuentros con las compañeras de yoga, el no poder asistir a tocar con mi grupo de batucada al ateneo... etcétera, etcétera...sí, siento que todo eso me ha tocado.

Son tantas cosas las que he dejado de lado, que en este momento mi vida no se parece en nada a la que llevaba anteriormente. Como muchos de vosotros, o mejor como todos vosotros, he cambiado. Todos hemos cambiado. Y hoy en la soledad de mi escritorio, aquí, ante mi ordenador me pregunto ¿ servirá todo esto para algo? ¿me puede hacer mejor persona? ¿más empática? ¿más comprensiva con los errores ajenos quizás?

Intento darle vueltas y vueltas a todo lo que puedo sacarle al momento. Cierto es que lo malo, lo negativo, acude con velocidad a mi mente y aunque lucho por apartarlo antes de que cale demasiado en mí, me cuesta lo suyo.

A ver, por donde vamos... cosas buenas, cosas buenas. Quizás valorar el amor de los míos, la maravilla  de la familia, lo importante de los pequeños momentos con amigos. Sí, todo eso lo vamos a poner en valor en adelante, seguro. ¿Y qué me decís de las pequeñas, pequeñísimas cosas que antes eran poco menos que una molestia? Hablo de poder ir con tranquilidad a la peluquería, de tener una charla con una vecina, de entretenerte en el supermercado hablando de lo caro que está tal o cual producto. Esas minucias no nos dábamos cuenta y nos estaban dando la vida.

Recuerdo cuando era pequeña y mi madre y mis tías mayores me hablaban de la guerra. De lo que habían sufrido en ella. No podíamos imaginar que nos tocase vivir algo tan parecido. Pero así, sin esperarlo y sin darnos cuenta, todos nos hemos visto sumidos en una espiral de muerte, sufrimiento y miedo. ¿Cómo no vamos a cambiar?

Nos sujetamos unos a otros hablando y esperando la salvación que aquí, en esta situación, se llama vacuna. Han llegado mucho antes de lo que se esperaba. Nos decían al principio que no podrían haber vacunas antes de cinco años, pero sin embargo han aparecido en menos de uno, aunque la verdad es que esa llegada, se parece mucho a esas pesadillas que muchos hemos tenido en las que queremos correr y las piernas no avanzan, esas que vamos a grandes zancadas pero nuestro cuerpo se mueve como en una película a cámara lenta.

¡Dios Santo! ¿Qué pasa con las vacunas? ¿Por qué es más importante el dinero que las vidas humanas? Las farmacéuticas juegan con los seres humanos como nosotros lo haríamos con una casa de muñecas.





En esto momentos me viene a la memoria una entrevista que tuvo la semana pasada Andreu Buenafuente, en su programa Late Motiv, con un periodista que acababa de llegar del continente africano. Habló de muchos asuntos interesantes, pero de entre todos se me quedó algo que dijo. Decía que se estaba luchando bastante bien con el Covid en general en toda África, pero que había un país totalmente negacionista con este asunto. No se trataba de una persona como aquí, o varias, no. Se trataba del país entero a nivel gubernamental, estaba totalmente prohibido hablar del tema hasta el punto de que si algún médico o enfermero decía que en su hospital había algún enfermo de coronavirus se podía ver en graves problemas. Este país era Tanzania. Pues cosas de la vida, cual no ha sido mi sorpresa cuando en las noticias de hoy he oído que el presidente de Tanzania, de 61 años, había muerto de coronavirus. 





Pues sí queridos amigos. Hoy me siento que he envejecido. Que he envejecido mucho, como cinco años o más en uno solo. Pero mi instinto optimista me empuja a pensar que cuando consiga mi ansiada vacuna, sí, para mí es ansiada, rejuveneceré por lo menos diez.

La esperanza y la alegría tienen que volver. Quiero imaginarme celebrando todos los cumpleaños, navidades y fiestas que nos hemos perdido, las películas que no hemos ido a ver, los amigos que no hemos visitado. Todo lo vamos a celebrar y las canas se irán y las arrugas se alisarán, porque la alegría y las pequeñas cosas volverán a nuestras vidas. Y de verdad que solamente necesitamos esas diminutas cosas para ser felices.




Quiero que penséis en esa sonrisa que le vais a dedicar a algún desconocido cuando vayamos sin mascarilla. En los abrazos a vuestra gente querida. En las charlas y las risas que han de volver.

En este momento más que nunca saludos optimíssticos.