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jueves, 9 de diciembre de 2021

¡BASTA DE MALTRATO TECNOLÓGICO A NUESTROS MAYORES!

 ¡Basta!

¡Basta! y ¡Basta!

Todo el mundo lo critica, todos lo comentan, pero nadie hace nada. Los bancos, la sanidad, las empresas de seguros... etc. exigen que las personas mayores, y a veces no tan mayores, simplemente digamos que son personas que no han tenido acceso a la tecnología,  se las entiendan con las redes sociales, con sus móviles, ordenador, cajeros automáticos, o cualquier artilugio que a ellos les parecen de otro universo.




No se puede pretender, o incluso exigir, a personas que no han tenido ningún contacto con la tecnología actual, que se las arreglen ellos solos.

Aplaudo lo de enseñarles, ayudarles a entender, a que disfruten de las ventajas de lo nuevo, pero deploro que se les exija saber lo que no han podido digerir con tranquilidad. El aprendizaje debe ser siempre algo gozoso, algo que implique disfrute, no ansiedad.



Estoy totalmente de acuerdo con el mensaje de este tuit que he recibido. Creo que nadie se merece esta humillación a estas alturas de la vida. Después de tantos años de guardar sus ahorros en una entidad bancaria lo menos que se les ha de ofrecer es la atención del personal de dicha entidad. 

Todo este maltrato y exigencia se veía venir, pero ahora, con la pandemia, se ha acelerado a límites insospechados.

Hace tiempo que me rondaba la cabeza lo de escribir sobre este tema, pero lo de hoy ha hecho que me lance con toda la furia sobre el ordenador. Sé que mi pequeña aportación servirá de bien poco, pero no puedo dejar de aportar mi granito de arena para ver si hacemos un montoncito.

Os cuento lo de hoy. Esta mañana, al salir de casa, me he encontrado con una conocida que me saludaba con lágrimas en los ojos. Al preguntarle qué ocurría casi se avergonzaba de contarme el motivo de su disgusto. Así que, sin saber si insistir o no, he optado por esperar a que ella diera el primer paso. Por fin ha roto a llorar, diciéndome que estaba a punto de tirar su teléfono móvil a la papelera. Que no podía más, que no entendía lo que porras tenía que hacer en su cuenta bancaria y que el banco se negaba a ayudarla, alegando que con el teléfono ella podía hacerlo fácilmente. Le he sugerido que le pidiera ayuda a sus hijos, lo que parece que la ha enfurecido todavía más. Estoy yo, y ellos también, hartos de decirme lo que debo hacer, porque a la próxima me vuelve a ocurrir lo mismo. Te entiendo, te entiendo, le he repetido una y otra vez intentando calmarla. No te preocupes, yo, si me lo explicas con tranquilidad igual puedo ayudarte, aunque no creas que no tengo mis dificultades. Es que no es eso lo que quiero, me responde ella. Es que no quiero tener que estar pidiendo ayuda a todo el mundo. ¡Oh Dios! ¡Cuánta razón tiene!

No me han quedado argumentos. Solo he podido llevármela, invitarla a un café, y darle un poco de conversación hasta que se le pasara. Pero la verdad, no sé si lo he conseguido. Lo que si es seguro es que yo me he vuelto a mi casa con un enfado monumental. No ha sido más que la confirmación de lo que vengo observando continuamente. LA BRECHA DIGITAL EXISTE.LOS MAYORES TIENEN DIFICULTAD AUMENTADA por la sensación de que ellos, al contrario que los niños, no pueden, no se atreven a tocar las teclas por miedo a lo desconocido, a estropear ese mundo que hay detrás del ordenador o del teléfono móvil. No entienden, y en consecuencia imaginan más de lo que hay.

Se siente EXCLUIDOS de todo este mundo actual, incluso de la publicidad.

Menos mal que, como ocurre casi siempre, frente a la maldad y el desamparo de algunos, encontramos bondad y empatía de otros.

Este es un tuit que he tenido oportunidad de leer y retuitear  en mi cuenta.


Llevo casi hora y media, sacando certificados covid a los vecinos/as del barrio, personas mayores que esto del internet se les hace muy cuesta arriba. Desde luego eso de la brecha digital existe.

Y tanto que existe querido Oscar. Y tanto. 

Se les intenta vender, siempre a toda prisa, que han de superar los prejuicios, mejorar la calidad de vida, ampliar relaciones, fortalecer la independencia y mantenerse más activos y saludables. Desde luego no podemos estar más de acuerdo en todo, pero tranquiiiiii, tranquissss. Vayamos un poco más despacio. No podemos embutirles de golpe toda la información a personas que han nacido y crecido en contextos tan diferentes a los actuales. La informática y todo lo que la rodea, son herramientas que ponen al alcance de la mano grandes ayudas para la resolución de problemas, para la comunicación y al mismo tiempo son una llave para el entretenimiento y la cultura, pero, para algunas personas, es poco menos que algo llegado del infierno o como mínimo de otra galaxia totalmente ajena e incomprensible.

Los bancos insisten una y otra vez en que se utilice la "banca digital". En los ambulatorios de toda la vida ya les dicen que pidan cita por internet. En algunas grandes cadenas como por ejemplo Decathlon te hacen que tú mismo te cobres en las cajas para ahorrarse personal. Y sí, así es. No es más que estrategias para ahorrar puestos de trabajo. Efectivamente, esos puestos de trabajo que tanta falta hacen. Y había que preguntarse ¿esto que se ahorran repercutirá en una bajada de los precios al consumidor? porque me da a mí que no.

Se puede hacer mucho por paliar esta circunstancia. Hay que escuchar más a  los mayores. Darnos cuenta de que también son, todos somos parte de la sociedad, eslabones de distinto tamaño pero absolutamente necesarios para el buen funcionamiento de la maquinaria humana. Las tecnologías, o mejor sus responsables en general, deben escuchar a los mayores como ellos les escucharon cuando lo necesitaron. 

Las interfaces de voz se ajustan más a sus necesidades y sin embargo es una herramienta que pasa casi siempre inadvertida pese a su gran utilidad. Las personas alejadas de las nuevas tecnologías encuentran mucho más fácil el manejo de su voz que el de los ordenadores. Podríamos promocionar estos sistemas  en vez de forzarles, porque lo único que podemos conseguir es dispararles la ansiedad y que se nieguen en rotundo a oler el más mínimo artilugio tecnológico. 

A los jóvenes les pido comprensión, paciencia y cariño hacia quien tanto tuvo con nosotros. si quieren ayudar que lo hagan a pequeños pasos, porque no se consigue que a nadie le gusten las lentejas haciéndoselas tragar con un embudo.

A los más mayores, ánimo y alegría y cuando nos quieran golpear con negatividad, respiremos hondo y neguémonos a caer en ella. Nuestro corazón, el tuyo el mío, el de cada uno permanecerá joven mientras nosotros queramos que así sea. ¡Ah! y una cosa... perded el miedo al ordenador y al móvil...si se estropea que lo arreglen los que saben. Tocad, tocadlo todo, así es como se aprende.  Y reíros del mundo...que no pasa "naaaaaa". 

UNA VEZ MÁS, SALUDOS OPTIMÍSTICOS. 








jueves, 18 de marzo de 2021

ENVEJECER CINCO AÑOS EN UNO

Puede ser lo menos optimista que haya planteado nunca en este blog. Pero con vuestra venia me voy a permitir decir lo que pienso y lo que siento.

Es cierto, siento que el no salir, el no ver a mi familia, el no tener mis encuentros con las compañeras de yoga, el no poder asistir a tocar con mi grupo de batucada al ateneo... etcétera, etcétera...sí, siento que todo eso me ha tocado.

Son tantas cosas las que he dejado de lado, que en este momento mi vida no se parece en nada a la que llevaba anteriormente. Como muchos de vosotros, o mejor como todos vosotros, he cambiado. Todos hemos cambiado. Y hoy en la soledad de mi escritorio, aquí, ante mi ordenador me pregunto ¿ servirá todo esto para algo? ¿me puede hacer mejor persona? ¿más empática? ¿más comprensiva con los errores ajenos quizás?

Intento darle vueltas y vueltas a todo lo que puedo sacarle al momento. Cierto es que lo malo, lo negativo, acude con velocidad a mi mente y aunque lucho por apartarlo antes de que cale demasiado en mí, me cuesta lo suyo.

A ver, por donde vamos... cosas buenas, cosas buenas. Quizás valorar el amor de los míos, la maravilla  de la familia, lo importante de los pequeños momentos con amigos. Sí, todo eso lo vamos a poner en valor en adelante, seguro. ¿Y qué me decís de las pequeñas, pequeñísimas cosas que antes eran poco menos que una molestia? Hablo de poder ir con tranquilidad a la peluquería, de tener una charla con una vecina, de entretenerte en el supermercado hablando de lo caro que está tal o cual producto. Esas minucias no nos dábamos cuenta y nos estaban dando la vida.

Recuerdo cuando era pequeña y mi madre y mis tías mayores me hablaban de la guerra. De lo que habían sufrido en ella. No podíamos imaginar que nos tocase vivir algo tan parecido. Pero así, sin esperarlo y sin darnos cuenta, todos nos hemos visto sumidos en una espiral de muerte, sufrimiento y miedo. ¿Cómo no vamos a cambiar?

Nos sujetamos unos a otros hablando y esperando la salvación que aquí, en esta situación, se llama vacuna. Han llegado mucho antes de lo que se esperaba. Nos decían al principio que no podrían haber vacunas antes de cinco años, pero sin embargo han aparecido en menos de uno, aunque la verdad es que esa llegada, se parece mucho a esas pesadillas que muchos hemos tenido en las que queremos correr y las piernas no avanzan, esas que vamos a grandes zancadas pero nuestro cuerpo se mueve como en una película a cámara lenta.

¡Dios Santo! ¿Qué pasa con las vacunas? ¿Por qué es más importante el dinero que las vidas humanas? Las farmacéuticas juegan con los seres humanos como nosotros lo haríamos con una casa de muñecas.





En esto momentos me viene a la memoria una entrevista que tuvo la semana pasada Andreu Buenafuente, en su programa Late Motiv, con un periodista que acababa de llegar del continente africano. Habló de muchos asuntos interesantes, pero de entre todos se me quedó algo que dijo. Decía que se estaba luchando bastante bien con el Covid en general en toda África, pero que había un país totalmente negacionista con este asunto. No se trataba de una persona como aquí, o varias, no. Se trataba del país entero a nivel gubernamental, estaba totalmente prohibido hablar del tema hasta el punto de que si algún médico o enfermero decía que en su hospital había algún enfermo de coronavirus se podía ver en graves problemas. Este país era Tanzania. Pues cosas de la vida, cual no ha sido mi sorpresa cuando en las noticias de hoy he oído que el presidente de Tanzania, de 61 años, había muerto de coronavirus. 





Pues sí queridos amigos. Hoy me siento que he envejecido. Que he envejecido mucho, como cinco años o más en uno solo. Pero mi instinto optimista me empuja a pensar que cuando consiga mi ansiada vacuna, sí, para mí es ansiada, rejuveneceré por lo menos diez.

La esperanza y la alegría tienen que volver. Quiero imaginarme celebrando todos los cumpleaños, navidades y fiestas que nos hemos perdido, las películas que no hemos ido a ver, los amigos que no hemos visitado. Todo lo vamos a celebrar y las canas se irán y las arrugas se alisarán, porque la alegría y las pequeñas cosas volverán a nuestras vidas. Y de verdad que solamente necesitamos esas diminutas cosas para ser felices.




Quiero que penséis en esa sonrisa que le vais a dedicar a algún desconocido cuando vayamos sin mascarilla. En los abrazos a vuestra gente querida. En las charlas y las risas que han de volver.

En este momento más que nunca saludos optimíssticos.