CRÓNICA DE UN reto
14 edición -2011
Todo
comenzó más o menos sobre Noviembre de 2010, la verdad es que no sé como salió
el tema con los compañeros de trabajo, pero salió…Ahí empezó todo. ¿Por qué no
vamos el año que viene a los 101 Kilómetros de Ronda? Pero la cosa no
prosperó demasiado hasta que un buen día se me ocurrió reunir a mis Chacales y
hacer la pregunta fatídica: El año que viene me voy a los 101 Km, ¿Quién se viene
conmigo? La respuesta fue como me esperaba, seis de mis hombres más cuatro de la otra sección
dieron un paso al frente. En ese momento me dije: No hay vuelta atrás, Ronda,
Allí vamos.
En
cuanto supimos fechas, hicimos un plan de entrenamiento para comenzar en Enero.
Más o menos tenía un par de días de natación, otro par de carrera normal, uno
de series y uno de tirada larga.
En
Enero todo fue muy bien, nos inscribimos y la cosa ya iba en serio. Lo iba
intercalando con mis carreras populares de los fines de semana hasta que llegó
lo que ningún corredor quiere que llegue nunca: La lesión. El gemelo derecho me
impedía entrenar y mucho menos al ritmo que la ocasión requería.
Fui
repetidas veces a ver a José, mi fisio, después de varias visitas por fin
empezaba a ver la luz pero ya estábamos a finales de Marzo, todo mi plan de entrenamiento
se había ido al traste, incluida la media maratón de Elche que se corría el 3
de Abril, pero la esperanza es lo último que se pierde y yo me había propuesto
realizar el ultra fondo y lo iba a intentar por lo menos.
La
fecha se iba acercando y los nervios aflorando, teníamos ganas que llegara el
día los diez que al final pudimos inscribirnos (Manuel, Koeman, Micky, Rubén,
Navarro, José Luis, Alberto, Carlos, carretero y yo) Úbeda no pudo finalizar su
inscripción y sé quedo fuera, no pasa nada sé que algún año se quitará la
espinita y realizará su pequeño sueño también y Sanjuán tuvo también una
fastidiosa lesión que le obligó a ceder su dorsal a Navarro.
Por
fin llegó la semana del evento y ya no podíamos echarnos atrás, Nos fuimos en
dos vehículos, el de Carlos y el mío.
Llegó
la mañana del 6 de Mayo de 2011 y a las 7 de la mañana iniciamos nuestra
aventura particular hacia tierras Malagueñas, las cuales yo quiero muchísimo ya
que mi mujer es de allí. Llegamos sobre las 14:30h. y lo primero que hicimos
fue ir a la Alameda a recoger nuestra bolsa del corredor que llevaba una
camiseta conmemorativa de la carrera y unas revistas de Atletismo y de la
Legión. Después nos fuimos a comer y más tarde tras contactar con el dueño del
chalet que habíamos alquilado fuimos hacia allí para ver si podíamos descansar
un poquito. La casa está en un pueblo llamado Arriate, por el cual pasaba la
carrera y la verdad es que acertamos con la elección.
Esa
noche hice espaguetis con nata y bacon y después de un buen plato de pasta y un
ratillo de charreta nos fuimos a la
cama, el día siguiente iba a ser un antes y un después en nuestras vidas.
A las
06:30h sin necesidad de despertador ya estaba en pie, era una mañana fresca
pero agradable, fui a la cocina a prepararme el desayuno y acto seguido subí a
la planta de arriba donde mis compañeros ya empezaban a levantarse, con el
móvil en modo video grabé las primeras sensaciones de unos valientes que
realmente no sabíamos dónde nos metíamos. El telediario daba lluvia en casi
toda ESPAÑA menos en la zona de Ronda…Perfecto!!! Nos hicimos un buen desayuno,
pues era lo más decente que nos meteríamos en el cuerpo en las siguientes 24
horas y por supuesto la comida más importante del día.
Bien,
ya estábamos preparados, eran las 07:30 y nuestra hora marcada para salir de
Arriate dirección Ronda, el momento deseado se acercaba y empezaban a verse los
primeros signos de nervios que tímidamente aparecían reflejados en nuestras
caras, eran las ganas que teníamos de que todo aquello diera comienzo ya que al
ser la primera vez de todos teníamos demasiadas incógnitas que queríamos
desvelar por nosotros mismos.
A las
08:00 estábamos en la puerta del campo de futbol donde se iba a dar la
salida…no se nos iba a hacer tarde, no!!! Fuimos los primeros en entrar en el
recinto y ahora sí, ya estaba el “pescao vendío” éramos los gladiadores que
pisaban la arena para encontrar la gloria, sabíamos que sin sufrimiento no lo
conseguiríamos.
Empezaron
a llegar los corredores y nosotros los analizábamos, fortaleza,
equipamiento…etc. Los nervios cada vez
eran más visibles y por mucho que intentábamos disimularlo se nos notaba. Sobre
las diez empezó a llover y todos nos temíamos lo peor, mirábamos al cielo con
la esperanza de que fuera una nube pasajera pero pintaba muy mal y esto haría
que se embarrara parte del recorrido. Menos mal que solo fue un susto y poco a
poco aunque nublado parecía que aguantaría.
La
hora se acercaba, las once, y solo queríamos salir de una vez, suponíamos que
al pasar los primeros kilómetros los nervios se irían y las sensaciones
empezarían a hablarnos con la intención de intentar dosificar las fuerzas, pues
al no haber realizado otra prueba similar no sabes repartir el esfuerzo para no
quedarte sin batería en los primeros kilómetros.
Allí
esperando nos encontramos con Guillermo, un compañero de carreras populares de
Benaguacil y tras charlar un ratillo y hacernos unas fotos ya nos separamos
para iniciar unos cortos ejercicios de calentamiento con el objetivo más que
nada de disminuir un poco los nervios del momento. También me encontré con
antiguos compañeros de mi antiguo Regimiento Rafa y Fernando, dos máquinas que
llevan media vida devorando kilómetros.
A las
10:30h. Dieron la salida neutralizada a un kilómetro de allí a los ciclistas
para no juntarnos todos. Por fin empezamos a colocarnos en la posición de
salida, a esto le quedaban diez minutos y mis piernas necesitaban activarse
para que la sangre no estuviera solo en mi cabeza y se repartiera un poco por
todo el cuerpo y así darle la oportunidad
a los nervios de desaparecer.
Por
fin, son las 11 y se da el cohetazo de salida y andando entre la gente nos
ponemos en marcha. El ambiente era inmejorable y toda Ronda y acompañantes de
corredores estaban allí para darnos todas sus fuerzas y desearnos suerte en
nuestra travesía por la serranía de este bonito pero irregular trazado de 101 km por tierras
Malagueñas.
Aproximadamente
a los quinientos metros ya pudimos empezar a trotar y los nervios empezaron a
sustituirse por inquietudes inevitables como: ¿Aguantaré? ¿Cómo serán las
pendientes de esta tierra? ¿Me aguantará el gemelo sin darme problemas? Y unas
mil dudas que me rondaban por la cabeza.
Poco a
poco fui calentando y las dudas desaparecían para empezar a disfrutar devorando
kilómetros, al principio íbamos juntos cuatro o cinco compañeros, más o menos
hasta el kilómetro veinte (circuito Áscari) donde cada uno empezaba a definir
su ritmo y a separarse unos de otros. En
el km-25 (navetas) me encontré con mi inseparable compañero de fatigas, Alberto
y no nos separamos hasta el kilómetro 101. Al principio sabíamos que si uno de
los dos tiraba más fuerte que el otro se iría para no perjudicarse pero llegó
un punto en el que los dos decidimos no separarnos y entrar en meta juntos con
la bandera de ESPAÑA.
Hasta
el km 30 (Estación de Parchite) todo iba muy bien, en ese km pasamos por
Arriate y en el chalet nos estaba esperando Tárrega para apoyarnos en cualquier
necesidad que tuviéramos. En Arriate había un ambiente increíble, los niños nos
ponían las manos para que las chocáramos como los jugadores de la NBA, entre
aplausos y ovaciones pasabas el pueblo volando.
Al
salir nos esperaba unas de las cuestas más duras del recorrido, la subida a la
sierra de las Salinas, la subimos andando y al llegar arriba volvimos a correr
hasta prácticamente el km 47 (cortijo de la Manga), donde las fuerzas empezaban
a flaquear y los calambres empezaban a avisar. Teníamos que dosificar pues nos
quedaba algo más de la mitad y no sabíamos la dureza del trazado restante. En
mi mochila llevaba: dos pares de calcetines, una camiseta técnica, el corta
vientos, el frontal, 2 MP3, el móvil, geles, barritas y lo más importante la
foto plastificada de mi mujer, mis padres y mi hermana.
Esta
foto me daba las fuerzas necesarias para que en los momentos de agotamiento,
que fueron varios, me llevaran en volandas por aquellos caminos, sendas, ríos y
lo que me cruzara.
El
móvil echaba humo de los mensajes que los amigos me mandaban para darme ánimo y
confianza para lograr mi reto. (Ánimo y mucha fuerza mental. 101 y 102 si hace
falta, no hay kilómetro que se te resista. A por todas!!! “Paz”) (Cuando te sientas mal, por cansancio, por
dolor, por calor, por frio o lo que sea, SONRIE, el cerebro lo capta y manda el
mensaje al resto del cuerpo, diciéndole que está bien y las malas sensaciones
se van yendo. Mucha fuerza. Te quiero. “Mónica”) (Ánimo que vosotros podéis
“Toño”) (Ánimo campeón ya queda menos, sabes que estamos contigo. Eres el mejor
“Marco”) (Vamos Javitoooooo, que tu puedes, que eres mi campeón!!! Te
quierooooo!!! Xxx “Auxi”) (Campeón, campeón, campeón, Ánimo mi vida. Piensa
solo en el kilómetro presente y lo bonita que es la serranía. Te queremos
infinito. “Mamá”) (Resiste y ánimo, la fuerza te acompaña. Eres grande Campeón
“Marco”) (ánimo, demuestra cómo se las gasta un fallero del Poll “Vicente”)
(Orgulloso de ser un Chacal “Úbeda”) (Campeón!!!! Ya lo tienes más que hecho,
solo te quedan menos de 25 kilómetros, verdad? Ánimo y mucha fuerza !!!!! MUA!!!!!!!!! “Paz”) (Ánimo. Estoy
orgulloso del Ejercito que tiene ESPAÑA “Tonin”) Estos son algunos de los
mensajes de apoyo que fui recibiendo durante la carrera y que significaron
mucho para mí.
En el
km 51 (Alcalá del Valle) había avituallamiento y control. Allí tuvimos que
parar unos minutos para estirar y aproveche para llamar a la familia y decirles
que todo iba bien. El siguiente paso era Setenil (km 60), allí había comida
fría y al ir bien de tiempo (19:45h.) estiramos otro poquito. Allí coincidimos
por tercera o cuarta vez con un muchacho que estaba corriendo con su perro, de
agua, recién rapado para la ocasión y mi curiosidad y admiración por el perro
me hizo preguntar por él, tenía cuatro años y medio y prácticamente llevaba
toda la vida entrenando con el dueño, era muy disciplinado y me dieron ganas de
hacerme con uno a mi vuelta a Valencia.
A
partir del km 65 yo no podía con las cuestas para arriba y Alberto estaba más
fuerte que yo, fue imprescindible su apoyo y ánimo para poder continuar, “No preguntes
qué pueden hacer tus compañeros por ti. Pregunta qué puedes hacer tú por tus
compañeros” a él le rompían más las cuestas para abajo y era ahí donde yo le daba
ánimos.
Siguiente
objetivo “El cuartel”. Tenía frio y sin ropa para abrigarme, lo único que podía
hacer era no parar .Se nos hizo eterno la llegada desde el último
avituallamiento hasta el cuartel, parecía que lo iban moviendo y nunca
llegábamos. Al fin vemos la entrada del tercio, allí nos adelantaron un par de
autobuses con abandonos, ahí le dije a Alberto que mirara hacia otro lado para
que no nos desmoralizáramos. Desde la entrada hasta el comedor donde tocaba
comida caliente también se nos hizo muy larga (allí vimos a un corredor que se
lo llevaban en camilla, ya se empezaban a ver los frutos del agotamiento) pero
ya suponíamos que el resto iba a ser así.
Eran cerca de las once de la noche, estábamos
“on time” respecto a la estrategia que me hice en casa de acabar la carrera en
15 horas pero a partir de aquí ya nada se parecería a la realidad y los
kilómetros ya no median 1000 metros sino 6000 o eso nos parecía.
En el cuartel
nos comimos una salchicha, un dan’up, un acuarius y un plátano (esta era la
comida del día, ya que en la mayoría de los avituallamientos había plátano,
naranja, agua y acuarius, en otros algún pastelito y en todos agua) nos
cambiamos de ropa (mallas y camiseta) y reiniciamos la marcha después de más de
media hora allí parados.
Nos
esperaba la subida a la ermita, para mí la peor pendiente de toda la carrera y
después una brutal bajada a Benaoján donde nos esperaba otro avituallamiento
(km 86) en ese punto nos dimos cuenta de que nos quedaba lo peor, eran las 2 de
la mañana más o menos y los tiempos ya se habían roto. Nos quedaban 15
kilómetros y dos avituallamientos que tardaríamos más de tres horas en
hacerlos, ya estábamos agotados. En los últimos 10 kilómetros fue cuando mi
mente dio un cambio de 180 grados para seguir adelante aún con las piernas
destrozadas, hasta los antebrazos y la espalda los tenía tan doloridos que ya
creo que me acostumbré y era algo normal.
Alberto
iba dando un gemido a cada paso que daba, el dolor era ya insoportable y no
veíamos el final, de repente allí estaba en lo alto: Ronda, tan bonita como
inalcanzable, estábamos bajando al tajo y teníamos que superar la famosa cuesta del
cachondeo, hasta que no estás allí no te das cuenta del significado real de esa
palabra.
Yo creo que ya mi cabeza estaba en la Meta y
esa cuesta no se me hizo tan dura como era de esperar o esa era mi sensación, llegas
arriba y te quedan unos 900 metros para llegar a Meta, ya imaginábamos como iba
a ser el momento y empezábamos a celebrarlo. Alberto sacó su bandera y me la
dejó para abrigarme, desde que cayó la noche yo había estado destemplado y pasé
bastante frío.
Ya
veíamos la Alameda y sí, eran las cinco y pico de la mañana y allí había gente animando,
sus aplausos se oían desde lejos y las lágrimas querían salir de su sitio para
que los sentimientos de coraje, rabia, sacrificio y orgullo afloraran sin
vergüenza alguna.
Allí
en la Meta nos esperaban cuatro soldados de la Legión Española para darte un
abrazo y colocarte la tan merecida Medalla en el cuello. El Coronel del Tercio
estaba allí para decirte la frase bendita: “ENHORABUENA CIENTOUNERO” adelante,
come algo y tómate tu merecido descanso. Allí finalizaba la aventura más
emocionante que había vivido en mis carnes, no me arrepentía de nada aún con
los 20 ó 30 dolores distintos que debía tener. Alberto y yo lo habíamos
conseguido, ya pasábamos a englosar la
orgullosa lista de “CIENTOUNEROS” junto con nuestros compañeros que uno a uno
íbamos sabiendo de ellos y todos cumplimos nuestro sueño.
Ya
llega la hora de descansar y reflexionar sobre lo conseguido, una buena ducha y
a la cama, que ya toca. Me voy a quitar las mallas que van a parecer el papel de las
magdalenas. Me
duelen partes de mi cuerpo que ni yo mismo conocía.
"No
permitas que nadie diga que eres incapaz de hacer algo, ni si quiera yo. Si
tienes un sueño, debes conservarlo. Si quieres algo, sal a buscarlo, y punto.
¿Sabes?, la gente que no logra conseguir sus sueños suele decirles a los demás
que tampoco cumplirán los suyos"
“Hay demasiado
énfasis en el éxito y en el fracaso y muy poco en cómo la persona progresa a
través del esfuerzo. Disfruta de la carrera, disfruta cada momento y deja de
preocuparte por la victoria o la derrota”
Un
aplauso interminable a los cientos de Legionarios que no han escatimado ni un
poquito en la organización más impresionante que he visto nunca. Muchas gracias
Legión.
Ya
para terminar y desde aquí quiero dar mi más sincero agradecimiento a todos los
que confiaron en mí en todo momento y no dudaban en que lograría alcanzar mi
reto y esta crónica está dedicada a vosotros: Marco, Toño, Paz, Úbeda,
Chino, Tonin, Francis, Vicente, a todos
los compañeros de mi mujer que estuvieron con ella durante toda la prueba, por
supuesto a los 9 valientes que me acompañaron en esta aventura que nos está
dando tantas satisfacciones y claro está: A mi mujercita, que no puedo vivir sin
ella, mis padres, los cuales adoro y son mi ejemplo y a la mejor hermana que
podría tener un mortal, que no se puede imaginar cómo me levantaba la moral con
sus palabras de autentico amor a su hermano. Os quiero a todos una hartá.
Todo esfuerzo es
un éxito. Vito101.
Espero que os haya gustado. Nos transmite la esencia de lo que es él. Todo fuerza y positividad. ¡Ah! y como siempre no olvidéis que una sonrisa puede mover montañas. Saludos desde optimisstica.
Precioso y muy humano relato. ME HA LLEGADO AL ALMA. Gracias Pilar por hacernos llegar tus escritos. Te sigo siempre.
ResponderEliminarMaría.