Buscar este blog

jueves, 15 de noviembre de 2012

Cómo elegir en cada momento nuestro estado de ánimo

 Está demostrado que con un poco de perseverencia, podremos evitar las sensaciones que no nos gustan, como el miedo, la tristeza o incluso el mal humor.

 Ha llegado por casualidad a mi un libro de autoayuda llamado Los diez secretos de la abundante felicidad. Si....si, ya sé...me vais a decir que como éste hay miles, que te hablan de lo bueno de ver la vida color de rosa y de lo maravilloso de encararla con positividad. Es cierto, yo no voy a repetirme y no es mi intención daros la vara, pero sí que voy a intentar entresacar pequeños retazos que me han llamado la atención y que puedan hacerlo en un futuro. Pequeños retazos que me han encantado y que creo que podemos adaptar a nuestra vida cotidiana.
Por eso hoy os hablaré de los "anclajes".
Para que vayamos entendiendo de qué se trata os diré que la publicidad los utiliza constantemente y lo mismo podemos hacer nosotros, pero para nuestro propio beneficio, no para el de ellos.
El autor en un momento del libro, cuenta la historia del perro de Pavlov. Cada vez que Pavlov daba de comer a su perro, tocaba una campana. El perro asoció el sonido de la campana con la comida y al poco tiempo el simple hecho de oir la campana era suficiente para hacerlo relamerse. Lo que el perro de Pavlov hizo fue asociar o anclar el sonido de la campana con la comida. Y lo mismo ocurre con los seres humanos. Hagamos una pequeña prueba...¿Cómo nos sentimos cuando oímos el taladro del dentista?  ¿Cuándo olemos un bebé?  ¿Cuándo escuchamos una canción de nuestra juventud?
Es decir hay anclajes que nos llevan directamente a sentimientos de infelicidad y otros, todo lo contrario, a sentimientos de distinta índolo que pueden ser de felicidad absoluta, de seguridad, de confianza, o de cualquier otro sentimiento que se nos ocurra y que necesitemos en algún momento poseer.
Según el autor con un poco de paciencia y auténtico propósito se pueden crear anclajes que nos harán la vida mucho más feliz. Vamos a ello.
Para empezar, deberemos de pensar en algún momento de nuestra vida en el que hayamos sentido esa emoción que queremos anclar para poder volver a ella cada vez que lo deseemos. Hay que pensar en esa escena todo lo claramente que podamos. Qué hacíamos, como respirábamos. Hay que tratarlo de captar todo y cuando hayamos conseguido recrear el momento al máximo haremos un gesto que siempre será el mismo. Por ejemplo, si yo quiero sentirme confiada y tranquila a la hora de hacer un examen, recordaré aquella vez que siendo una jovencita hize un examen brillante porque me encontraba exactamente así, segura y confiada en mis conocimientos y sin miedo alguno realicé un examen perfecto. Ahora, cuando quiera repetir aquella experiencia pensaré en ese momento y al mismo tiempo me frotaré las sienes por ejemplo, o los nudillos, el sitio es lo de menos, se trata de asociar cualquier movimiento a esa sensación. Si lo repetimos varias veces, conseguiremos volver a sentirnos como por arte de magia con las mejores sensaciones...y lo mejor es que acudirán a nosotros tantas veces como queramos.
Por lo que ya podemos practicar. Para sentirnos felices. Para afrontar un problema familiar. Para la lucha del día a día.
¡Vamos a intentarlo!  
Y no olvidéis nunca que una  sonrisa o una palabra amable pueden hacer milagros. Saludos desde OPTIMISSTICA.

1 comentario: